jueves, 3 de mayo de 2007

La persecución a Azmi Bishara

La persecución a Azmi Bishara
Xavier Abu-Eid
Mundoarabe.org

Cuando en 1948 Israel nació, su ideal de ser un “Estado judío” lo llevó a realizar una sistemática campaña de expulsión y transferencia de población árabe-palestina (así como la negativa de éstos a retornar a sus tierras) para así dar paso a oleadas de inmigrantes judío-sionistas provenientes de todas partes del mundo (Morris, 2004).

Cumpliendo el sueño del Sionismo, Palestina pasó a convertirse en la meca de quienes confiaron que sus problemas de discriminación se acabarían con la creación de un estado donde ellos fuesen mayoría, y las lecciones que esto nos deja es que literalmente ese objetivo se habría de conseguir a cualquier precio.

Es por ello que luego de la expulsión de casi 800.000 palestinos desde sus hogares, solo 120.000 pudieron quedarse en lo que sería el Estado de Israel, 30.000 de ellos desplazados internos (Boqai, 2002: P 4).

La literatura sionista ha señalado que la culpa de esa situación fue de los mismos árabes, pasando de excusa en excusa sin que ninguna pueda ser seriamente probada: que “se fueron porque quisieron”, que “los países árabes los llamaron a retirarse”, que “Israel les pidió que se quedaran”… todo en función de justificar sus políticas posteriores (Masalha, 2003).

Desde ese momento, la población palestina en Israel (también llamada árabe-israelí) fue tratada como extranjera en su propia tierra. No solo el sistema educacional israelí que no reconoce la presencia de palestinos con anterioridad a la creación de su estado, sino que la misma legislación en Israel ha servido para que la presencia de los palestinos en Israel sea solo en condiciones de minoría y nunca en igualdad con la población judía.

A los palestinos de Israel se les puso bajo estado de sitio, leyes militares especiales, puestos de control fuera de sus aldeas, y aplicándoseles una serie de leyes tales como:

A) Fondo Nacional Judío: El 90% de las tierras de Israel pertenece a esta institución, que por estatutos no puede ni vender, arrendar, o siquiera permitir que esa tierra sea trabajada por un “no judío”.

B) Ley de Nacionalidad: Establece claras diferencias en la obtención de la ciudadanía para judíos y no judíos.

C) Ley de Ciudadanía: Ningún ciudadano israelí puede casarse con un residente de los Territorios Ocupados de Palestina; en caso de realizarse la unión, se pierden los derechos ciudadanos en Israel y la familia si no es separada, debe emigrar.

D) Ley de Retorno: Cualquier judío del mundo puede ser ciudadano israelí. En el caso de los ciudadanos palestinos del estado de Israel que tienen familiares en el extranjero, éstos no pueden obtener el mismo beneficio solo por el hecho de que no son judíos.

E) Ley del Ausente: Expropiación de tierras que no hayan sido trabajadas durante un tiempo. Paradójicamente, nunca se ha expropiado la tierra de un judío y la mayoría de ellas han sido expropiadas a refugiados palestinos en el exilio, así como de palestinos ciudadanos de Israel y todo aquél palestino que residiendo en la Ribera Occidental tenga tierras en el área ampliada de Jerusalén.

Bajo ese escenario, la inclusión de población palestina en el sistema político israelí fue solo en 1966, cuando se levantaron las leyes militares usadas en su contra: primero siendo representados principalmente por el Partido Comunista, otros daban su voto a partidos sionistas, principalmente el Partido Laborista.

Sin embargo, las constantes discriminaciones avaladas por el laborismo en contra de la población árabe, llevaron a que se crearan otras alternativas, y hoy más del 80% del voto árabe en Israel beneficia a listas contrarias a la conformación exclusiva judía del Estado, tales como nacionalistas, islamistas y comunistas.

En el primer grupo destaca desde 1995 el Partido Al Balad (o Tajamu en hebreo), cuyo líder Azmi Bishara se ha reconocido como una de las principales voces no solo de la comunidad palestina en Israel, sino que como un pensador reconocido en todo el mundo árabe.

Siendo fruto entre su origen marxista e identidad nacional palestina, hoy muestra una postura de izquierda mezclada con el ideal nacional palestino de arraigo a su patria. Tiene un Doctorado en Filosofía de la Universidad de Humboldt (Alemania), presidió el Departamento de Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de Bir Zeit y desde aquél momento es también columnista del periódico Al Ahram (Egipto) entre otros medios.

En Azmi Bishara se mezclan el pensador con el político, y es con esa mixtura que en muchos casos resulta no ser exitosa, que Bishara logró reactivar el sentimiento nacionalista de la población palestina en Israel, tanto así que incluso siendo parte de otra minoría dentro de su mismo grupo nacional (es cristiano), hoy es por muchos una de las cartas de triunfo que la Organización para la Liberación de Palestina eventualmente tendría.

En Israel ciertos sectores le acusan de traición, mientras él se defiende recordando que él no es ningún inmigrante, sino que parte del pueblo que ha habitado esa tierra por siglos: “nos tratan como si fuésemos extranjeros en nuestra propia tierra” señaló.

La lucha de Azmi Bishara por los derechos de la población palestina que vive en Israel se dio siempre en una lógica distinta que la israelí-sionista, y por tanto, cuesta entender el por qué se pretendió dar dentro de los marcos institucionales establecidos por el Estado Sionista.

Si bien la inmunidad parlamentaria podría ayudar a responder aquello, también la minoría que los partidos árabes representan en el parlamento israelí (10 escaños de 120) ayuda a entender el por qué ciertos sectores han criticado la voluntad de Azmi Bishara de ser candidato en las elecciones.

Por otro lado, si bien son cerca del 20% de la población en Israel, la mitad de los palestinos es menor de 18 años, y ello también ha llevado a que el peso político de los palestinos en Israel sea menor que la proporción que representan de la población.

¿Judío y Democrático?

La condición natural por la cual los estados nacionales se basaban a comienzos del siglo XX, responde a condiciones geopolíticas, principalmente basadas en el concepto de una nación, un estado. Aquél fue el punto de partida para que la idea de un “Estado Judío” fuese creado en algún lugar del mundo (Herzl, 1976).

Lo anterior, tenía sentido desde la perspectiva en que los antisemitas abordaban el tema: los judíos, no cristianos, en muchos casos no eran considerados como parte de una nación ampliada, sino que principalmente tratados como minorías que no calzaban en la figura del propio “estado nación”.

De allí al surgimiento del Movimiento Sionista que trajo consigo la idea de la creación de un Estado Judío, solo había un paso; sin embargo, la gran diferencia con los movimientos nacionales encontrados en Europa, era que la situación demográfica de los judíos en el lugar escogido para tales efectos (Palestina) era a comienzos del siglo XX nula, habitado en casi un 100% por palestinos cristianos y musulmanes (Khalidi, 1987).

Entonces, ¿qué clase de Estado Judío podía ser implantado? La única forma rentable era la expulsión de la población nativa, algo definitivamente realizado en 1948 (Morris, 2004), junto a la constante persecución de quienes no lograron huir, principalmente e través de la legislación (Bishara, 2002).

Es así como se desarrolla la idea de un Estado del “Pueblo Judío” pero no así de sus ciudadanos.

En Israel, todos los estudiantes, independiente de su capa social aprenden lo mismo. Son unidades basadas en el Holocausto, los primeros inmigrantes o “pioneros”, el terrorismo árabe, las guerras en las que Israel ha participado, y por cierto, el pasado común en la antigüedad: paradójicamente, la historia entre el año 70dc y el Holocausto (es decir, el “período de dispersión”, donde afloran las diferencias entre judíos europeos y orientales), no es visto mayormente.

Sin embargo, el punto de tope ha sido hasta el momento la minoría palestina, la que no calza en la visión de “Estado Judío”, no se siente parte del “Holocausto”, y tampoco coincide mucho su tradición cultural e histórica con la visión entregada por los textos de estudio donde se muestra que Palestina era una tierra seca y pantanosa, desde donde los pioneros sionistas lograron hacer florecer el desierto.

Ni la tradición religiosa, cultural o histórica coincide, y no existe estatus especial para la minoría palestina, entonces uno podría preguntarse ¿qué evita que esa minoría se levante? Sería efectivamente normal que ello sucediese como lo hizo Azmi Bishara bajo las condiciones de segregación racial impuestas por la idea misma de un estado para el “Pueblo Judío”.

Símbolos del Estado: ¿árabes cuya bandera es la Estrella de David?

Uno de los aspectos mas patentes al momento de tomar la política de Israel hacia su minoría palestina tiene relación con los símbolos del estado. No solo el sistema educacional se encuentra pensado para judíos (olvidando la historia de los árabes), sino que los símbolos y tradiciones que el estado impone a su ciudadanía tienen directa relación con la identidad del mismo. En ese aspecto valdría preguntarse como el estado pretende integrar a ese 20% de su población que no es judía, en un estado cuyos principales símbolos provienen desde el judaísmo.

En otras palabras, lo que estamos en presencia es sobre un dilema que ha impuesto un estado y sus símbolos, que puede ser abordado ya sea con la abolición de los símbolos mencionados (como su bandera en la Estrella de David y el escudo en la Menorah o candelabro judío) o “instando e inmigrar” a la población no judía: hoy, la segunda opción es mas aceptada que la primera en el espectro político israelí (Shahak, 2004).

Es así como la eventual lealtad de los ciudadanos no judíos del estado se pone en duda y las condiciones generadas por esa constante marginación de la estructura estatal, termina generando no solo descontento, sino que una creciente desconfianza por parte de la población judía sobre sus conciudadanos árabes, a los que incluso se les ha calificado de “quinta columna”, reivindicando la figura del “enemigo interno” (Bishara, 2002).

El prontuario contra Azmi Bishara y la persecución contra los diputados árabes.

Los diputados representantes del Partido Comunista y partidos árabes en Israel han sido golpeados y víctimas de disparos en cientos oportunidades por parte de civiles, colonos y efectivos de las fuerzas militares y policiales israelíes, todas las cuales han quedado sin mayor investigación (HRA, 2002); prueba de ello son las decenas de hospitalizaciones que parlamentarios árabes han sufrido, entre ellos:

• Azmi Bishara (Balad): Junio – 1999. Policía dispara en su contra mientras protestaba contra las demoliciones de casas árabes en Lod.
• Hazme Mohammad (Frente de Unidad Nacional): Noviembre – 1999, Mayo – 2001, Octubre – 2001, Abril – 2002. Grupo de policías lo golpea en pies, cabeza y manos durante manifestación; policía le dispara una bomba de gas en sus pies; golpeado con palos por la policía; golpeado en la espalda y cuello.
• Muhammad Barakeh (Comunista): Abril – 2002. Golpeado por un soldado mientras protegía a una mujer judía en una manifestación en Al Ram: Tres puntos en uno de sus ojos.
• Issam Makhoul (Comunista): Octubre – 2001, Abril – 2002. Golpeado por agentes de seguridad durante manifestación; un soldado lanzó una granada a sus pies debiendo ser atendido por quemaduras.
• Taleb Al-Sanea’ (Partido Democrático Árabe): Abril – 2002. Fue golpeado de gravedad en su mano izquierda durante una manifestación en el checkpoint the Kalandia.
• Abdel Malek Dahamshe (Movimiento Islámico: Septiembre – 2000. Grupo de policías lo golpearon en las piernas reiteradamente mientras protestaba contra las demoliciones de casas.
• Ahmad Tibi (Ta’al): Abril – 2002. Soldado le lanzó una granada de humo a su cara .

Cabe consignar que solo entre 1999 y el 2002 se llevaron a cabo 25 investigaciones en contra de parlamentarios árabes, y ninguna en contra de un diputado judío, esto considerando el hecho de que en el mismo período de tiempo habían 107 parlamentarios judíos y solo 13 árabes, de los cuales 9 fueron investigados (HRA, 2002: 11).

Los cargos de las investigaciones han sido entre otras “insultar a un policía” (es el que mas se repite), entrar a zonas palestinas (mientras que los parlamentarios judíos pueden ingresar en los asentamientos), apoyar la Intifada e “ingreso ilegal a un país enemigo”.

En paralelo, una serie de parlamentarios judío-israelíes se refirieron en términos racistas contra la población árabe de Israel, quienes no recibieron ninguna clase de investigación en su contra: entre ellos se encuentra el ministro Avigdor Lieberman (Israel Beitinu – llamó a incitar la transferencia de población árabe fuera de Israel); Uzi Landau (Likud – acusó tanto a parlamentarios como a miembros de la comunidad árabe de ayudar a terroristas y ser agentes de la Autoridad Palestina); Effi Eitam (Partido Nacional Religioso – describió a la minoría árabe como un “cáncer”); Benny Elon (Moledet – sugirió que se le quite el derecho a voto a los ciudadanos árabes para que no puedan influir en las decisiones del estado); Michael Kleiner (Herut – sugirió que a Azmi Bishara se le ponga frente a un pelotón de fusilamiento); Zvi Hendel (Unión Nacional – dijo que el Ejército debería tratar al diputado Ahmad Tibi como a un “terrorista suicida” si se le encontrase en la Ribera Occidental).

En el caso de Azmi Bishara, el primer hecho por el que fue investigado fue la organización de un viaje donde 800 árabe-israelíes visitarían a sus familiares que viven en calidad de refugiados en Siria, a los cuales el Estado de Israel les prohíbe el contacto.

Luego se le persiguió por sus discursos de apoyo a la Intifada, clamando que la retirada israelí del sur del Líbano se debió a la “resistencia de Hezballah”, lo que irrito al parlamento israelí por considerar la organización como “terrorista”; la defensa de Bishara presentó al profesor de la Universidad de Tel Aviv Zeev Maoz, experto en seguridad que definió al grupo libanés como un “grupo de características políticas y guerrilleras”, no terrorista (HRA, 2002; P 23).

Israel: Democracia para Judíos, judío para palestinos.

Todo lo anterior genera una dualidad entre lo que significa ser un ciudadano con derecho a voto (como lo son los palestinos en Israel), pero que a la vez se encuentra restringido de una serie de beneficios que los ciudadanos judíos del mismo estado pueden aspirar a tener.

Si bien lo anterior podría ser solucionado en otro contexto, el sesgo que políticamente otorga el sionismo, ha de determinar que el respeto total por las minorías en el marco de su estado sea rechazado.

En el caso de Israel, la política anti árabe es posiblemente una forma de unir a su mismo grupo objetivo, que es la población judía independientemente de su origen. De esa forma se logran cohesionar grupos que cultural y políticamente presentan posturas en muchos casos de gran antagonismo.

En ese sentido, la violación sistemática del derecho de propiedad de la población árabe en Israel tiene razón de ser frente al principio de Razón de Estado, pero no así frente al principio universal de Derechos Humanos. Aquél dilema es el mismo que ha de perpetuar la discusión planteada por los grupos de Derechos Humanos palestinos dentro de Israel, en torno a la necesidad de avanzar hacia un estado que reconozca a todos sus ciudadanos como iguales, independiente de su religión.

En ese sentido, no es burdo concluir que el Sionismo, como movimiento nacionalista de corte iliberal, ha tenido como objetivo la transferencia de la población palestina en el Estado de Israel hacia un eventual estado palestino y/o fuera de la región (Masalha, 2003), una situación que en poco tiempo ha de hacer real explosión en cuanto la contingencia demográfica de la región.

Ante esa perspectiva, la reacción de Azmi Bishara y de los palestinos de Israel es completamente normal desde esa perspectiva, y de hecho, si es que nos basamos en textos de reconocidos teóricos del multiculturalismo como Charles Taylor y Will Kymlicka, lo extraño sería que hasta el momento no se haya visto una sublevación a mayor escala que las protestas civiles organizadas para manifestar rechazo a las políticos uni y no multi culturales presentadas por el Estado de Israel, donde paradójicamente hay mas población que utiliza idiomas alternativos al hebreo (como el ruso, el yidish, el inglés y el árabe).

Lo que tenemos hoy son dos sistemas paralelos sobre una misma tierra, es decir, un tratamiento de derechos completos para judíos y ciudadanía incompleta para los árabes o no judíos, algo que se conoce internacionalmente como un sistema de Apartheid, relativo a lo sucedido en Sudáfrica por décadas.

Israel ya fue condenado por la Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas por sus políticas discriminatorias en contra de la población árabe del estado, pero la respuesta israelí fue una vez mas la deslegitimación de la comisión (así como la Corte Internacional de Justicia y Naciones Unidas).

Israel tiene el derecho de definirse como quiera, pero ello no puede pasar a llevar los derechos de otros, y el derecho a la autodeterminación judía tan aclamado por el Sionismo, no puede equivaler a cambiar brutalmente el estatus de Palestina y de su población, así como sobreponer sus propias creencias a las de la población nativa palestina.
Luego de 59 años, y con una población judía que se encuentra en caída demográfica (frente a una población árabe en sentido contrario), el debate sobre el multiculturalismo y la lucha nacional en Israel hoy se mantiene constante: Azmi Bishara ha puesto en discusión una vez mas el hecho que ningún acuerdo de Paz podrá mantenerse en el tiempo si es que los derechos de todos los actores involucrados (judíos en Israel, palestinos en los Territorios Ocupados y palestinos en Israel) no son respetados por igual, y la persecución en su contra es la forma conque Tel Aviv pretende esconder lo excluyente de su ideología, de su práctica y de su historia.

Bibliografía:

Arab Association for Human Rights (HRA): Silencing Dissent – a report on the violation of Political Rights of the Arab Parties in Israel. (HRA, 2002).

S. Ben Ami: ¿Cuál es el Futuro de Israel? (Punto de Lectura, 2002).

M.Bishara: Palestine/Israel: Peace or Apartheid (Zed Books, 2002).

Fuente: http://www.oicpalestina.org/index.php

http://www.mundoarabe.org/azmi_bishara.htm

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